domingo, 25 de diciembre de 2011

Mujer, Hombre, Otros

Hace tiempo que nuestro gimnasio se ha puesto de moda, al principio como sólo tenía pesas y alguna clase de boxeo, pues no éramos muchos, y en el vestuario de las chicas a penas si coincidíamos tres a la vez. Pero desde que se asociaron con otro gimnasio y pusieron clases colectivas de Body Pump, Body Combat, etc, el vestuario suele estar a reventar.

Pues hace unos días estaba yo cambiándome en el vestuario lleno de señoras mayores (y cuando digo mayores, me refiero a gente que ha pasado con creces la edad de jubilación nueva), cuando una de esas señoras se gira hacia a mi y dice:

Mira que chico más majo está aquí con nosotras.

No dejaba de mirarme, extrañada, resignada...

Por su cara rápidamente me hice una idea de lo que estaba pensando: como quiera que este mundo está cambiando muy de prisa, y ella se está intentando adaptar rápido a estos cambios modernos, llegó a la conclusión de que yo era un chico, y como en los vestuarios del ejército Estadounidense, podíamos cambiarnos todos juntos: Chicos, chicas y otros.

Mientras sus compañeras se cambiaban ella seguía haciendo comentarios, como hablando para si misma.

Mira qué bien. Y que guapito...

Yo me empezaba a enfadar y pensaba, señora, hágase un favor y que le gradúen la vista. Vale que tengo el pelo súper corto, ¡pero co*o! Que me ha visto las bragas, ¿o es que ahí también ha visto un paquete? ¡A ver si voy a estar desarrollando los múscuos que no son!

Ella seguía hablando, y yo calentándome. Hasta que dijo algo así como:

Mírame a mi aquí, que vengo a ver si me muevo un poco ¡con lo que me cuesta!

Y me salió del alma:

Hace usted muy bien (todo el vestuario se calla y me mira), ya quisiera yo que mi abuela pudiera venir al gimnasio.

No se por qué, todas me miraron mal (quizás les sentó tan mal la palabra "abuela" como a mi la de "chico"), y al sentir la amenaza del enemigo, me giré y dije: ¡Hala!, ¡a pasarlo bien! Y me fui.

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